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Quilapayún - canción y política
Fuente18 Años FechaDiciembre 1978 PaísEspaña


Edición transcrita

EL COMPROMISO EN LA CANCIÓN

Trece años dedicados a la búsqueda de las raíces del folklore popular chileno y cinco en el exilio —por su adhesión allendista—, son algo más que una simple trayectoria musical: una trayectoria paralela a los avatares latinoamericanos. Embarcado en una
incesante e incansable marcha por los pueblos del mundo, Quilapayún, ha logrado encontrar en su sonoridad, musicalidad y argumentación instrumental su respuesta, la inmortalidad del folklore. Siete cuerpos, siete voces que surgen de entre las tinieblas de sus vestiduras evocando a la historia. Una historia que se revuelca y se revela contra sí misma.

Quilapayún, nació como uno de tantos grupos de aquella época (1965), en la Universidad, «cuando la creación nacional estaba siendo aplastada por la música norteamericana. Para poder superar esta situación, se formó un movimiento, conocido por el nombre «La Nueva Canción Chilena», que trataba de afirmar los valores de la música auténticamente nuestra basada en las raíces indígenas. A ello, se aunó la lucha que en aquel momento tenía lugar en nuestro país, proceso que culminó en 1970 con la elección de Salvador Allende».

—Vuestro lugar de exilio es Paris, ¿por qué, precisamente, habéis elegido este país y no otro más cercano al vuestro ?

—Dos semanas antes del golpe de Estado, salimos como Embajada Cultural del Gobierno Popular para representar artísticamente a Chile en Argel y después comenzó una gira. Cuando estábamos en París nos sorprendió la noticia del bombardeo del Palacio de la Moneda, la muerte de Allende, la de Víctor Jara..., los hechos eran cada vez más desalentadores; era imposible regresar y decidimos quedarnos en París. Además, Francia fue uno de los países europeos que se abrió primero a la música latinoamericana, incluso antes que España. Por otro lado, los primeros conjuntos latinoamericanos que llegaron a Paris lo hicieron hace más de treinta años, lo que explica que muchos folkloristas y cantantes desarrollaran una actividad allí, como por ejemplo Atahualpa Yupanqui, Los Incas, Violeta Parra..., etc.

——Vuestras ideas son antipinochetistas, pero, ¿en qué partido político militáis?

—Militamos en las Juventudes Comunistas de Chile.

—Entonces, formabais parte de la famosa Unidad Popular...

—Sí, ese es un factor fundamental de nuestro vínculo de unión con la lucha de Chile. Somos —s1 quieres— el aspecto exterior, puesto que las mismas organizaciones democráticas han definido dos frentes en contra del régimen de Pinochet: uno, el frente interno, que es el más decisivo y el más importante y otro, el exterior de “Solidaridad con Chile”.

—Aunque forzada, ¿no es ésta una postura cómoda, la de vivir fuera del meollo?

—Es bastante relativo, porque hay víctimas y sacrificios fuera y dentro. Basta recordar los atentados contra la gente que ha jugado un papel exterior, caso como el de Orlando Letelier en Washington o el del mismo General Prats o el del diputado democratacristiano Leighton y de muchos otros casos de amenazas y secuestros. Nosotros hemos solicitado la vuelta a Chile y no se nos ha dado ninguna respuesta.

—(Colaborais económicamente conla causa?

—SÍ, pero no solamente nosotros; la mayoría de los artistas que se encuentras actualmente en el exilio, que desarrollan una actividad en contra del actual régimen chileno, han cedido todos los derechos de «royalties» a nuestra causa.

VICTOR JARA, UNA BASE FUNDAMENTAL

—El pasado septiembre se cumplió el V aniversario de la muerte de Salvador Allende, ¿no ha sido un personaje excesivamente mitificado?

—No, en absoluto.

—Pero existen grupos, solistas, que se han aprovechado de esta coyuntura, bajo una finalidad, exclusivamente comercial...

—Ese es un problema que ha existido siempre. Todo depende de la validez. Hay cosas que van a vivir siempre porque tienen autenticidad, que van a tener el valor suficiente para no morir a pesar de las tormentas y problemas. En este caso lo que quedará es lo que posee un valor real, una ligazón con la verdad, porque siempre al final, ¿qué es lo que permanece?: lo que es auténtico y sincero.

—¿Qué significado ha tenido para vosotros la figura de Víctor Jara?

—Víctor fue nuestro director artístico durante tres años. Años decisivos para nosotros por ser los de iniciación en la música, de ahí su importancia en cuanto a nuestra definición artística, porque todo lo que había asimilado, de alguna manera, lo trató de transmitir al grupo. Juntos recorrimos caminos de acercamiento hacia nuestro pueblo, punto que quedará como algo básico para nosotros. Siempre estará presente como una de las raíces principales de Quilapayún.

—El 11 de septiembre de 1973 moría el primer ensayo de un gobierno marxista conseguido por vía constitucional, como consecuencia del cuartelazo pinochetista. Sobre las causas de este golpe militar se ha hablado mucho, unos sugieren las económicas, otros centran su atención en la CIA..., ¿dónde las situaríais vosotros?

—Es muy difícil determinar si fueron económicas, políticas u otras distintas. La Unidad Popular ha hecho una autocrítica muy profunda. En este sentido se habla de la falta de unidad interna de los grupos que la componían. Por un lado, en el terreno político, coexistieron varias líneas dentro del Gobierno Popular que nunca llegaron a fusionarse en una misma dirección y por otro, en lo económico, también había varias líneas. Por eso, ahora, nosotros los chilenos hemos transformado nuestra tarea fundamental en la búsqueda de la unidad de todas las fuerzas que hoy en día están contra Pinochet. Pero al margen de estos factores internos están los externos, toda una estrategia del gobierno norteamericano de aquella época en orden a instalar dictaduras, gobiernos títeres en el continente latinoamericano para servir a los intereses de sus grandes monopolios. Nadie puede dudar de la intervención de la CIA que, incluso, ha sido declarada públicamente por el propio gobierno norteamericano y por ella misma.

—¿Consideráis que esas mismas causas exteriores están actuando como factores decisivos dentro de ese proceso que está viviendo el resto del continente latinoamericano?

—Hoy en día, no es sólo la CIA, hay otros organismos, pero los intereses imperialistas de los Estados Unidos en América Latina son factores muy interesantes en el análisis de esa situación. Pensamos que el futuro posible es el de la independencia, de auto afirmación, de justicia social por el que estamos luchando todos.

—La canción es cultura, ¿pensáis que a través de ella se puede llevar a cabo una revolución cultural?

—En primer lugar nos definimos como artistas y después todo lo que quieras, políticos, revolucionarios, comprometidos..., etc., porque no instrumentamos el arte desde la política, sino al revés; somos primero artistas, conscientes de lo que pasa en nuestro País y por tanto comprometidos con su lucha. El arte está siempre al lado de la libertad, porque sólo puede vivir en una democracia, en la justicia. De ahí que la renovación cultural sea un hecho inseparable de la revolución y del proceso social de nuestro país.

—Entonces, ¿dónde os situaríais dentro de la canción folklórica o de la canción política?

—No existe una definición tajante. Ni somos completamente folklóricos, ni cerradamente políticos. En nuestra evolución ha habido de todo, han sido trece años de vida, durante los cuales se han combinado elementos culturales, nacionales, folklóricos y sociales que han inspirado la creación en muchos momentos de nuestra existencia.

UNA CANCION PARA CADA MOMENTO

—¿Os consideráis portadores de los problemas del pueblo chileno ?

—Sí, por supuesto. Hace cinco años que vivimos en el exilio, trabajando

junto a otros artistas contra Pinochet, luchando por la libertad y la democracia. Nos sentimos portadores de los problemas del pueblo chileno porque nos pertenecen, son demasiado graves para no sentirnos propietarios de ellos.

—¿Cuál es el significado de la «Cantata de Santa María de Iquique» ”?

—Es una obra muy importante para nosotros, porque además de ser un hecho verídico que ocurrió en 1907, cuando miles de obreros y mineros del salitre se pusieron en huelga para reclamar unas mejores condiciones de vida, ya que las que tenían en ese momento eran infrahumanas. Bajaron tres mil hombres, mujeres y niños a la Escuela de Santa María, donde se les prometió una respuesta. Respuesta cargada de metralla que exterminó a casi todos. De la masacre, únicamente, sobrevivieron cinco personas. Por otro lado, representa la vigencia de los acontecimientos que suceden y pueden suceder, de hecho, en todos los países del mundo.

—Pero, ¿por qué elegisteis este hecho precisamente para musicarlo?.

—En los años 60 se estaba viviendo un período de agrupación de fuerzas. Buscamos una simbolización de la unidad y la encontramos en esta obra. Porque, precisamente, el mensaje de la cantata no es otro que el de la necesidad de unirse todos los espíritus democráticos para cambiar este mundo. Por eso se unió perfectamente al momento histórico en que nació, el año 70, cuando Allende fue elegido Presidente de la República. Desde el punto de vista creativo es una nueva forma de expresión que, hasta ese momento no había sido difundida. Ha sido, quizás, uno de los pasos más importantes que ha dado la música popular chilena al asimilarse en un solo elemento lo culto y lo folklórico.

—De toda vuestra obra, ¿cuál es la canción que representa mayormente el sentir de vuestro pueblo?

—Cada momento ha sido representado por una canción. Por ejemplo, «Nuestro Cobre» data del momento en el que el Gobierno Popular nacionalizó las minas de cobre que eran explotadas por compañías norteamericanas. Lo importante es buscar la canción que pertenece a cada momento y en esa búsqueda estamos todos los artistas chilenos.

—Es decir, vuestro trabajo es el de una historia musicada...

—De alguna manera todos han hecho algo de esto. Si se toma, globalmente la canción chilena desde la década de los 60, podría relatarse la historia de esos años hasta con detalles. Existe una serie de canciones contingentes que, entonces, iban recogiendo todo lo que sucedía. Efectivamente hay una historia musicada y tal vez, uno de los principales valores de la canción chilena, haya sido el fundirse en el camino de nuestro pueblo.

Y con la promesa de una nueva «Cantata», basada en la obra de Pablo Neruda, «Fulgor y Muerte de Joaquín Murrieta», y con la introducción en su repertorio de otros compositores tales como el italiano Luigi Nono, dejamos, en esa ya larga andadura, a este grupo chileno con nombre araucano, empapando Oriente y Occidente con sus canciones. Culturas distintas, lenguas distintas, pero con un vínculo común; la canción, uno de los más antiguos vehículos de expresión que abandonarán «cuando nuestro pueblo pueblo no la necesite, lo que, quizás, equivale a decir nunca», porque la música siempre será el grito de vida de toda cultura.

Mado Benedicto