Quilapayún Header
Balance del festival
FuenteOnda Fecha16 Febrero 1973 PaísChile


Edición transcrita

Con un público registrado de 25 mil personas, más varios miles colgando en los faldeos de los cerros y los teleespectadores de Televisión Nacional, finalizó la noche del martes recién pasado el decimocuarto Festival de la Canción de Viña del Mar.

¿Qué es lo bueno y lo malo que nos deja este certamen? Como en realidad hay para todos los gustos, es mejor señalarlo separadamente y poder así sacar alguna conclusión.

HABER

Lo mejor son las canciones ganadores. Tanto en lo folklórico como en lo internacional, los temas reflejan el grado de creatividad de nuestros autores, que van más allá de los moldes tradicionales y que se atreven a señalar nuevos caminos para el canto popular, “Los Pasajeros”, de Zegers, y “Mi río”, de Numhauser, son temas ricos en música, en letra y en contenido, y que nos pueden representar con dignidad en cualquier lugar del mundo.

También en esta columna del “haber”, el hecho de que por primera vez (aunque sólo fue por un día) una gran cantidad de estudiantes y trabajadores pudo entrar a la Quinta Vergara, para aplaudir a Quilapayún.
En este sentido también hay que destacar a Illapu y el ballet Pucará, que con los aplausos conquistados demostraron que el folklore tiene aceptación entre el grueso del público.

DEBE

Lo más malo es que aún el festival sigue siendo un show y no una competencia destinada a fortalecer la música popular. Por esto mismo se anota como saldo negativo la presencia de varios “invitados” que no aportaron nada y que sólo sirvieron para alargar el espectáculo. Entre los más malos, el grupo “Cenizas”, que dieron una triste imagen de lo que es la música comercial de Argentina.
También se ubica al “debe” la discriminación de Televisión Nacional al hacer repetir a artistas de ninguna calidad y negar la salida de Quilapayún.

La presencia de Rosa María Barrenechea, que no se justificó en ningún momento y no logró salir de su tono coloquial de fiesta familiar, impropio para un escenario de esa naturaleza

La ausencia de buenos humoristas. Feito resultó repetido y poco gracioso.

La discriminación para con los compositores chilenos que tuvieron derecho a clasificar sólo una canción, en circunstancias que había varias mejores a las llegadas de otros países. Por lo menos tres de merecían pasara a la segunda parte.

El poco control de las personas que invaden el terreno periodístico y que dificultan la labor informativa. Varios “paracaidistas” que ya se van haciendo conocidos.